En este contexto fugaz en el que ni siquiera existiendo es gerundio, resulta harto complicado presentarse sin parecer pretencioso, desesperado o descerebrado, así que no me voy a exponer sino que me voy a ausentar escribiéndole estas breve misiva, urgente y manifiestamente comprometida. Hacer lo opuesto de lo que uno debe hacer no es fácil sino todo lo contrario, bien lo sabrá Usted, Señorita Rosada , suministradora del material del que se hacen los ideales y las encimeras, anfitriona de personalidades distinguidas y dueña de una cascada maravillosa o retahíla de pensamientos de papel.
Suyo,
un visitante de las tardes de agosto, atribulado, desorientado y (voluntariosamente) desmemoriado.
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