domingo, 23 de marzo de 2008

Little Blow Madalena.


Sonrío pero esto no es una broma. Han venido de nuevo los chicos y verdaderamente se lo están pasando bien. Estaba pensando que al tío grande vestido de blanco podíamos enviarlo a rematar un trabajo fino al consistorio. Todos me preguntan que si es alemán, ¿no han visto como sopla? Ha mamado Nueva Orleans, desde el último callejón del Valle hasta el primer salón de baile angelino. Tranquilo, hombre, deja de morderte las uñas, los muchachos no necesitan aflojarse la corbata. Están ensayado lo justo. Creo que lo llaman “economía de medios”. ¿Sabes de que te hablo? Son los dichosos genes, están ahí, apretando los dedos hasta que el peligro pasa y a otra cosa. Ya te digo, es una pulsación natural, no necesitan del apoyo de ninguna fanfarronada.

Observas, eso está bien. Es cierto, tiene un balanceo descreído hasta que hincha los carrillos y deja salir ese día jodido que ha tenido. Todos me dicen que de donde demonios ha salido. ¡Ah, amigo! el jefe sabe donde buscar. La inteligencia está en saber buscar y a veces, en que no te encuentren. ¿No te parece? Como ese otro, ¿qué si es judío? Yo que sé, eres antisemita o que. El tipo está ahí, donde le corresponde, yo no me preocuparía por sus inquietudes religiosas. Si te rompen la boca en lo último que vas a pensar es si está circuncidado. Mira, fíjate, como brilla cuando habla de volver a Sorrento. Esas cosas se llevan aquí, debajo de ese pañuelo de duelo. No me hables de patrias, de padres o de hierofantes, te explico algo serio y es que afortunadamente, la sangre siempre mancha cuando salpica. ¿Qué no?

Calla, calla,... Cuando llegue el momento quiero estar cubierto y no respirando barro por culpa de tus dudas. Por eso, voy a confiar en esos dos, ¿el fulano con pinta de español? Me refiero al del chaleco. Viene de la calle. Dale un bajo y te abre una puta discoteca. Puedes invitar también al niño, es habilidoso aporreando, tiene intereses en otros campos, sabe moverse solo. Ah, eso sí, yo no le ofendería con tus chistes racistas. Por cierto, hijo, maldita la gracia que me hacen. ¿Por qué no te callas de una vez? Puede que salgas de aquí con alguna lección aprendida. Y deja de hacerte el pachuco, eres... ¿cómo lo diría? ¿Una calamidad?. Pareces un federal recién salido de La Guardería.

Mira, ya esta aquí la logística. Sí, a mi también me parece un tipo muy simpático aunque la policía judicial no debe de pensar lo mismo. Ese aroma se llama "savoir-faire" y no es francés sino "argot". Anda, ahora que por fin te has callado, deja de respirar también, que viene el jefe. Dile que te imite a Marlon Brando pero no me vayas a abusar que ya te he dicho que aunque sonría no está para soportar tus ocurrencias. Se necesita alguien lo suficientemente listo para equilibrar todo la labor, el tiene esas maneras pero no te confundas. No es un fajador. Tampoco necesita pegar primero, le basta con hacer chasquear los dedos.

Sí, sí, así es... Oye, idiota, ya te he dicho quién es el jefe, atusa la corbata y empalma la raya. Tienes suerte de que los hermanos me hayan alegrado el día, cuando se disfruta de verdad y se respira esta hermandad se trasciende el trabajo bien hecho. Y eso se pega. Para tu fortuna se me han olvidado todos los pesares. Apaga la tele de una maldita vez o esa basura te succionará la última neurona que luce en tú cerebro. Venga, no pierdas tiempo, nos subimos ya, que la banda nos recoge en la calle Mayor. ¿Qué a que hora llegaremos a Las Vegas? Muchacho, de los Monegros a Nevada hay un paso cuando se va a mil hostias por hora. Tú balancéate y deja que los chicos manejen.

jueves, 20 de marzo de 2008

Cortesanos y conspiradores.


En este contexto fugaz en el que ni siquiera existiendo es gerundio, resulta harto complicado presentarse sin parecer pretencioso, desesperado o descerebrado, así que no me voy a exponer sino que me voy a ausentar escribiéndole estas breve misiva, urgente y manifiestamente comprometida. Hacer lo opuesto de lo que uno debe hacer no es fácil sino todo lo contrario, bien lo sabrá Usted, Señorita Rosada , suministradora del material del que se hacen los ideales y las encimeras, anfitriona de personalidades distinguidas y dueña de una cascada maravillosa o retahíla de pensamientos de papel.

Suyo,

un visitante de las tardes de agosto, atribulado, desorientado y (voluntariosamente) desmemoriado.