sábado, 22 de septiembre de 2007

Las mismas intenciones.


Vi a Peter Bogdanovich haciendo de gangster. ¿Te quedarás conmigo? Por favor, lo vi pero no quería. Entiéndeme, no pasaban nada por la tele. No hacían cosas que pudiéramos comentar y de las que extraer ideas interesantes. A ti te gusta lo mismo que a mi pero no había nada sobre lo que discutir y por eso lo vi, te lo prometo. Venga, quédate y ábreme las piernas. Salía esa actriz que te pone tanto. Quizás quieras pensar en ella. Soy morena y también tengo una peca en la mejilla. Soy parecida: más que andar, troto los diez metros lisos de soledad en mi sala de estar. Lo hago de madrugada y de mañana, cuando duermes exhausto y cuando te haces notar como un extraño. Fíjate que hoy me he pasado un poco. Un poco, nada más. Pero sigo trotando para ti. Qué bonito que podamos compartir tantas cosas aunque cuanto cunde esta decepción.

El sábado pasado, cuando vimos en el cine esa película china sobre la necesidad humana de romper con lo inmutable, todo el mundo se estremecía. Los largos silencios y las palabras afiladas y acicaladas tenían como pretensión dejarte con las manos llagadas. Tú, sólo te quedas con lo bueno. Esas simas que supuran sangre. Que hay de lo otro. De lo erróneo, de lo inadecuado, de lo ridículo, de lo cobarde. Y quien era esa chica de camiseta gris y pantalón verde. La recuerdo de cuando fuimos a ver a Dominique A. Su cabello corto y castaño la hacían irresistible y gemía y musitaba entre risas de plata. Era una rosa negra y tu eras un pequeño busto parlante. Estaba más pendiente de la barra que de otra cosa y yo estaba más pendiente de ella que de ti. Casi muero sepultada bajo un ritmo sincopado.

¿Por qué tardaste tanto en volver del baño? El acomodador terminó por mirarme mal. Lo mismo debió pensarse que me quería colar para volver a ver este suspiro oriental envuelto en papel de regalo. Cuando era pequeña, fui a ver con mis padres Los Intocables de Elliot Ness. Llegamos tarde y no supimos que una tienda había sido reventada por una bomba. Un conocido que trabajaba en la sala insistió en que volviéramos a entrar en la siguiente sesión para así poder ver el comienzo de la película. El principio de todo no era el principio de nada y el fuego y los cristales, asolaban el fotograma ante decenas de rostros expectantes. Mi cara se iluminaba por la explosión pero eso no significaba nada. Ni siquiera que te iba a conocer. Otra vez. No te mosquees pero no sé que mierda me estas contando. ¿Qué son esos libros? ¿Un “maldito” de los años cincuenta cuya obra se recupera en una edición inmaculada? Era homosexual y lúcido. Un buscador pleno en las arenas tenebrosas de la vida. ¿Dónde vas a ir con esto? Al fondo de mi pecho o a mi sexo de mermelada. O es que acaso quieres regar mi espina. Tienes tan pocas opciones que casi creo que te veo venir.

Ya sé que ha estudiado esa chica y en que trabaja. Respira debajo del agua y tiene una beca financiada por el Ayuntamiento. Ya sé cual es el disco que te ha grabado y que te dijo a la salida del concierto. A pesar de todo, no sabes que fueron dos minutos eternos para mi y a pesar de todo, me duele que pienses así . No debiste creerte nada cuando te dejé las cosas claras. ¿Te parece que yo puedo dejar algo claro? Soy más frágil que tú y más insegura. También hizo La última película, así que ten un poco de respeto, cabronazo. Te enseñó lo que era "La Gran Depresión" cuando eras un crío pero sigues soñando de prestado. Esa chica tan guapa también lo ha notado o lo hará. Y créeme: no será tan comprensiva como yo. Olvídate de sus ojos, olvídate de su cuerpo y no me la presentes nunca. He apagado la televisión. Corre hasta donde estoy. Hay una cosa aquí que puedes tener si te apresuras. Está tan húmeda que no va a preguntar por tus propósitos. No es esa cosa llamada amor pero se le parece.

3 comentarios:

SONIA FIDES dijo...

S., siempre son demoledoras tus "versiones de tu vida"... Tremendamente visuales y por tanto tan vivibles que le pueden servir de cena a cualquiera que se acerque a ellas. Yo lo titularía "Historias de mi columna vertebral", pero quien soy yo para ponerle título a "tus vidas".

Espero que disculpes la licencia que me he tomado pero siempre es estupendo dejar volar la imaginación a través de tus textos.

Un abrazo.

P.D. Tu "escena" me ha recordado al final de uno de los "intentos poéticos" de mi libro "Mirar y ser mirada" cuyo título es "Cuando se acaba lo noche y abres la puerta del frigorífico"

S. Allsi dijo...

Hola. Una licencia así no exige ninguna disculpa. Me gusta ese título: siempre es grato poder hacer algo que sirva para cenar. Yo u otro/a.

ReP.D. Me encantaría hincarle los ojos y las manos a ese libro. Una referencia para encontrarlo?

SONIA FIDES dijo...

Creo que puedes encontralo en La Casa del libro, aunque no sé si ya quedarán. Si no también lo podrías conseguir a través de la página del ayuntamiento de Piedrabuena,porque el año pasado ganó el Premio Nacional de Poesía "Nicolás del Hierro" que otorga ese ayuntamiento, pero la mejor solución si te parece es que me des una dirección y yo te lo enviaré encantada. Te dejo mi dirección de correo por si te decides Deneuve_69@hotmail.com

Un abrazo y gracias por el interés.