Hay una cualidad extraña en todo esto que nos está pasando.
Maldita sea, echo de menos el invierno. Pensaba que podía pasar sin volver a escuchar otra vez esos lamentos tan bien traídos pero esto ha sido demasiado. Parece como la primera vez. Una letra recreada que definía toda una comunidad y al mismo tiempo, describía una cita casual con cervezas, paseos por el parque y muchas confesiones… Reconfortante para mis adentros y un fabuloso estado de gracia para mis sentidos. No sé que la hacía tan especial, si tu sofá de novela gráfica o tus láminas de cartulina pero ya te digo, me gustaba un montón. Podría decir que te anduve buscando a tientas desde entonces pero no pensaba en otra cosa que hallar el interruptor que me devolviera a mi anterior y exitosa vida social. Y tú, parecías como en la canción, remontando e insuflando ilusiones renovadas a cada estrofa y luego, desplomándote sobre el colchón. Aún así, no te digo que no, sólo que echo de menos el invierno y no sé si voy a terminar por comprarme otro sombrero o apuntarme a una de estas clases y pasado mañana, igual ya no me tienes aquí. Creo que habla de eso, de lo bien que estaría que las cosas fueran de otra manera y de nuestra incapacidad para cambiarlas. Toma, apunta: voy a pasar toda la tarde contigo y después decides.