jueves, 23 de agosto de 2007

Románticos sin esperanza.


Le rugían tanto las tripas que no podía oír su respiración. “No te vayas esta noche” y se había quedado soñando con los ojos abiertos. No fue el sonido amenazado y sincero de su voz al pronunciar esas palabras sino que surgió así, de repente. Algo que cumplir con decisión. Estaba tumbada, concentrada en el techo de minuto en minuto, y el grueso del tiempo, lo dedicaba a mirar como dormía. Estaba todo más tranquilo de lo que acostumbraba en sus horas de necesidad. El sonido de la calle era insoportable, los ruidos de los motores rugían al pasar bajo la ventana queriendo llamar la atención groseramente. Sin embargo, toda la retahíla de quejidos mecánicos y disonantes habían terminado por ser devorados en Cole’ s Corner. Hacía dos horas que había dejado de girar pero el convincente murmullo había vertido toda su resignación en el ambiente; utópico como siempre aunque esta vez, fue determinante. Al mirarlo pareciera como si se hubieran volatilizado todos los inconvenientes, no había excusa en la que ampararse. Tenía el motivo que necesitaba y más tiempo del que pudiera contar. El chico pensó que iba a dejar de perder el tiempo y la chica soñó que lo abrazaba por la mañana.

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